Tenías nombre propio, amor... Tenías una sonrisa de esas que no se saben poner así como así. Tenías un olor que se restregaba con el viento, y se pegaba en mi ropa los viernes, a las nueve y treinta y tres de la mañana. Te fumaba, amor, te fumaba en ocho caladas y te apagaba en mi cuerpo, jodiéndome a quemaduras, y por eso ahora estoy marcada de cicatrices que sólo hablan de ti.
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Di pasos de astronauta por cada uno de tus lunares.
Que cuando ella cruza por debajo del cielo,solo el tonto mira al cielo.
No me hablen de paisajes si no han visto su cuerpo.
Porque tengo más deudas con su espalda de las que nadia jamás tendra con la luna.
Que razones tenemos todos, pero yo, muchas más que vosotros.