Tenías nombre propio, amor... Tenías una sonrisa de esas que no se saben poner así como así. Tenías un olor que se restregaba con el viento, y se pegaba en mi ropa los viernes, a las nueve y treinta y tres de la mañana. Te fumaba, amor, te fumaba en ocho caladas y te apagaba en mi cuerpo, jodiéndome a quemaduras, y por eso ahora estoy marcada de cicatrices que sólo hablan de ti.
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Mírate,cuanto has cambiado desde la última carcajada que dimos juntas,te miro y muero por dentro,me duele pensar que estás creciendo,mi niña se hace grande...yo sigo aquí robando al aíre el perfume que vas dejando cada vez que andas,robando sonrisas que lanzas a otra persona que no sea yo,queriéndote y protegiéndote de zorras y de gilipollas sin cabeza,mi niña...te quieren hundir y hacer creer que no puedes,hasta el punto de que pienses que no conseguirás nada pero,mi niña,las dos sabemos que puedes con todo,aunque me odies por quererte siempre te apoyaré...en silencio,pero lo haré.